lunes, 26 de mayo de 2008

KARMA....

Para el álbum de la banda Kamelot véase Karma (álbum).

De acuerdo con varias religiones orientales, el karma sería una energía metafísica (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas. De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores. Es una creencia central en las doctrinas del ayyavazhi, el budismo, el hinduismo y el jainismo.

El sustantivo sánscrito kárman significa ‘acción’. Proviene de la raíz kri: ‘hacer’ (según el Unādi Sūtra 4.144). Es errónea la etimología karana: ‘causa’ y manas: ‘mente’, en boga en Occidente.

Aunque estos credos expresan diferencias en el significado mismo de la palabra karma, tienen una base común de interpretación. Generalmente el karma se interpreta como una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto.

En pali se dice kamma y en birmano kan.

A la persona que no pertenece a la secta Hare Krishna, éstos le llaman karmi (aquel que realiza acciones por las que sufrirá reacciones). Consideran que lo que ellos hacen no es karma, debido a que de una manera u otra estaría siendo hecho para Dios, quien absorbería las reacciones de las actividades espiritualistas de sus devotos.

Karma: no sólo acciones físicas

Tanto para el hinduismo como para el budismo, el karma no implica solamente las acciones físicas (como matar a otro ser humano), sino habría tres factores que generan reacciones:
Los actos
Las palabras
Los pensamientos.

Tanto el budismo como el hinduismo creen que mediante la práctica de esas respectivas religiones, las personas pueden escapar del condicionamiento del karma y así liberarse de los cuatro sufrimientos (que se enumeran igual en ambas religiones):
Nacimiento
Enfermedad
Vejez
Muerte.

Karma y reencarnación

Usualmente se asocia el karma con la reencarnación, ya que una sola vida humana no alcanzaría para experimentar todos los efectos de las acciones realizadas («cobrar» todo el bien que se ha hecho o «pagar» todo el mal que se ha hecho).

En religiones teístas (como el hinduismo o el cristianismo) existe el concepto de alma. Bajo el punto de vista del karma, la reencarnación sería la nueva encarnación del alma en un nuevo cuerpo físico, en tiempo futuro, en el útero de una nueva madre.

En el budismo, y en el hinduismo, el concepto de alma individual, o jiva-atman, es una chispa del Espíritu Divino (atman) que todos tenemos. Se entiende que existe un estado de pureza y sabiduría original, latente pero dormido, en la vida de todos los seres humanos. En el concepto oriental el ser humano olvida su naturaleza superior y se identifica erróneamente con el cuerpo en cada nuevo nacimiento.

La reencarnación —o transmigración de las almas—, es el paso hacia la siguiente existencia física. El karma determina las condiciones bajo las cuales el individuo vuelve a la vida. Sin embargo, el estado de pureza y sabiduría latente sigue intacto y desarrollándose lenta y progresivamente vida tras vida, en una especie de evolución espiritual del alma/cuerpo astral a través de numerosos cuerpos físicos y personajes, un largo viaje desde nuestra naturaleza inferior o animal hasta nuestra naturaleza superior o divina.

Recuerdo de vidas anteriores

El yogui, gurú y escritor Yogananda creía que todos los seres realizados (entre quienes contaba a Jesucristo o Buda) podrían recordar sus vidas. En cambio al ser humano común y corriente no le ayudaría recordarlas, debido al peso emocional que eso acarrearía. Por lo tanto el recuerdo de esas vidas está oculto, pero guardado en la «memoria del alma» hasta que la persona esté preparada para recordarlas sin daño emocional.

La mayoría de las escuelas budistas enseñan que mediante la meditación se puede llegar a un estado de superconsciencia llamado nirvana (samadhi en yoga), que es el fin de la existencia condicionada por el karma. Algunas, como las del budismo nichiren, entienden que no es posible escapar al ciclo de la reencarnación. Por lo tanto, la práctica budista intenta que las personas alcancen un estado de paz y felicidad absoluta en esta misma vida.

Los niños prodigio 

El karma y la reencarnación serían la manera en que los orientales trataban de explicar el fenómeno de los niños prodigio, que serían resultado de muchas vidas de práctica en ese don particular. Esos niños serían almas que de alguna manera podían aprovechar el talento aprendido en vidas anteriores, que estaría almacenado en una inaccesible memoria astral o registros akáshicos (anales en el éter, sustancia mítica invisible, más sutil que el aire).

Difusión en Occidente 

La creencia en la «ley del karma» ha tenido una importante difusión gracias a la penetración en Occidente del budismo, el hinduismo y el yoga, así como diversas escuelas de ocultismo, como la rosacruz (1614), y la teosofía (de Helena Blavatsky, 1831-1891).

Durante el siglo XIX y XX, Occidente fue permeable a los conceptos religiosos provenientes de las antiguas colonias británicas y francesas en Asia, tal vez debido al gusto popular por lo exótico y remoto.

La explicación seudocientífica del karma y la reencarnación permiten dar una respuesta a las injusticias sociales, haciendo énfasis en la neutralidad política y en la resignación ante los hechos nefastos de la vida social y personal, a favor de una búsqueda de una verdad dentro de uno mismo, con el fin de trascender a mejor existencia en una supuesta vida futura.

Los creyentes en el karma sostienen que las injusticias sociales son simplemente la reacción de las malas acciones que habrían cometido las actuales víctimas en vidas pasadas. Cada víctima estaría sufriendo exactamente lo que hizo sufrir a otros (ni más, ni menos). Si se evitara que las víctimas sufrieran su pena en esta vida, sólo se estaría alargando el momento del castigo por sus pasadas vidas como victimarios.

Gandhi (1869-1948) —a pesar de que era adepto a las ideas del karma y la reencarnación—, luchó de todos modos contra la injusticia, aunque se desconoce el basamento doctrinal en que se apoyaba.

Otros creyentes sostienen que el karma explica el sufrimiento de las víctimas, pero no libra de la obligación de ayudarlas. La persona que no cumpliera con esa obligación estaría generando karma negativo (y en su siguiente vida será una víctima a la que nadie ayudará).

Los grandes yoguis han recordado las responsabilidades y obligaciones que el karma implica, por ejemplo Swami Sivananda, en su libro Senda divina (de ahimsa a la muerte), capítulo 34 dedicado al karma, página 247, dice:

Si oprimes a una persona, sufrirás opresión en otra vida y cosecharás el fruto de la semilla que sembraste en esta vida. Si alimentas al pobre, tendrás abundancia de alimentos en otra vida. Si todo el mundo comprendiese esta ley correctamente y cumpliese con sus deberes diarios cuidadosamente la humanidad se elevaría hasta alturas sublimes.

Quizá la primera difusión registrada sea cuando Alejandro Magno (356-323 adC) volvió de su conquista de la India, pues pidió que le acompañaran a Grecia lamas y yoguis para que enseñaran sus doctrinas. Es lógico pensar que intercambiaron ideas con los filósofos griegos.[cita requerida]

Poco más tarde, el emperador indio Aśoka (304-232 ANE) envió misioneros budistas a muchos países.1

En Alejandría hubo una escuela de budismo con monjes budistas.[cita requerida]

La doctrina de la reencarnación era común entre parte de los primeros cristianos y judíos y fue prohibida por el emperador Justiniano I el año 543, pese a la oposición del papa, que fue encarcelado[cita requerida]. La mayoría de la iglesia rechazó progresivamente la doctrina, o tendría que enfrentarse al poder del emperador, jefe en la práctica de la iglesia oficial del estado, pues eran los emperadores quienes convocaban los concilios, no los papas[cita requerida]. La reencarnación nunca fue condenada oficialmente por un papa, simplemente quedó relegada al olvido.[cita requerida]

El karma en el hinduismo 

Según los hindúes, el karma es una «ley» de acción y reacción: a cada acción cometida le corresponde una reacción igual y opuesta. El encargado de hacer cumplir esta ley sería el omnisciente semidiós invisible Iama Rash (el ‘rey de la prohibición’) y sus monstruosos sirvientes invisibles, los iama-dutas (‘mensajeros de Yama’). Después de que una persona abandona su cuerpo al momento de la muerte, los yamadutas le arrastrarían hasta la morada de Yamarásh, donde es juzgado duramente de acuerdo con las acciones, registradas una por una en el libro de la vida, que recita Chitra Gupta, el secretario de Yamarash. Según Yogananda, las explicaciones mitológicas serían la forma de explicar ciertas energías a personas sin educación, generalmente analfabetas, de forma que las diversas formas de energía se personalizarían y explicarían como si fueran dioses, semidioses, demonios, etc.

El karma sería el «ojo por ojo y diente por diente» bíblico, pero no como invitación a nuestra venganza, sino aludiendo al castigo de la leyes divinas. Para el hinduismo, el castigo de las malas acciones puede recibirse en este mismo planeta, o —si la persona realizó muchísimos pecados (papa, como tener relaciones sexuales con la propia madre, o enseñarle estas doctrinas a una persona que no nacido en la India)— en el infierno (que no es eterno). Igualmente, el premio por las buenas acciones puede recibirse en este mismo planeta, o —si la persona realizó muchísimas actividades piadosas (punia, como tirar tortas de cebada al fuego, o bañarse en un crematorio en el río Ganges)— en el cielo (que tampoco es eterno).

Explicación teológica acerca de la justicia divina 

El karma sería la explicación filosófica que encontraron los orientales para entender por qué —si se supone que Dios es justo— a veces a las personas buenas les suceden cosas malas y a las personas malas les suceden cosas buenas. Cada uno estaría pagando u obteniendo el premio de acciones que no recuerda, porque las cometió en vidas pasadas.

Ante la pregunta de por qué a veces sí se ve sufrir a un criminal en esta misma vida, los hinduistas sostienen que podría estar sufriendo las reacciones de una vida anterior, pero podría también recibir su karma en la misma vida, pues Yogananda dice que las acciones de extrema maldad suelen recibir el castigo en la misma vida. Pero como el karma que tenemos acumulado es de muchas vidas, una sola vida no bastaría para "pagarlo" y "recogerlo" todo en una sola vida, sino que se necesitarían varias vidas.

Si el premio o castigo viniera automáticamente poco después (a los pocos meses/días/minutos) el karma sería evidente y no seríamos libres, o no tan libres. Por tanto castigos y premios vienen años después o vidas después, cuando las condiciones son propicias, de lo contrario, si todos supiesemos todo sería imposible el plan divino. [cita requerida] Según el Vedānta sūtra las reacciones del karma no se reciben en esta misma vida.

Según el hinduismo, Dios es neutral, y ha dejado a los semidioses la ejecución de la ley del karma, con sus premios y sus castigos. En cambio, según Yogananda, no habría ministros para ejecutar la ley del karma, sino que ésta se ejecutaría a sí misma. Lo bueno o malo que le sucede a un ser humano no sería voluntad de Dios (que es siempre amorosa), sino el resultado de sus propios actos.

El karma en el budismo

La explicación del karma dentro de las doctrinas budistas es diferente de la hinduista. El karma no sería una ley de causa y efecto (que implicaría la existencia de dioses invisibles encargados de hacerla cumplir) sino una inercia natural. Por ejemplo, si una persona roba un banco y tiene éxito, es muy probable que vuelva a robar, y si una persona ayuda a un anciano a cruzar la calle, entonces es muy probable que esa persona siga ayudando a otras personas. En ambos casos, si la experiencia no produjera buenos resultados, entonces la inercia se haría menor (el ladrón robaría menos y el filántropo ayudaría menos).

Cuando un sujeto roba un banco, esta acción quedará registrada en su mente alterando el flujo de ésta y provocando en él una percepción errónea de la realidad («tengo derecho a tomar sin permiso las cosas que necesito»). En realidad este proceso sería subconsciente. Estas percepciones erróneas le condicionarán a sufrir más adelante, pues crean un estado mental propenso a la infelicidad.

En el karma no sería entonces una recompensa o un castigo mágico a las acciones sino simplemente el hecho de que las acciones humanas tienen consecuencias tanto externas como mentales.

Según otra interpretación del karma más bien serían las dos cosas juntas, es decir, habría castigo y premio, pero no de forma mágica, sino mediante consecuencias automáticas de las acciones, en un concepto que implica la reencarnación, siempre unida al karma.

Fundamentación 

Según el budismo, al comportarse de acuerdo con el karma, la persona debería tomar conciencia de que la búsqueda de la venganza y el mal traerá graves consecuencias en la vida diaria y en las vidas futuras. Esto permitiría aprender del sufrimiento, dominarlo y sacar provecho de él en términos espirituales para llegar al desarrollo de una vida más plena.

Puesto que todo acto tiene origen en la mente, el budista debe vigilar sus pensamientos y sus palabras, ya que también pueden producir bien o mal. Cada acción y palabra, buenas o malas, sería un bumerang que a veces vuelve en la misma vida y a veces en una vida futura.

El karma puede ser explicado como un fenómeno análogo a la inercia. Según esta visión, el individuo genera tendencias a través de sus causas. Un pensamiento, palabra o acción intencional, si se repite, se convierte en costumbre y determinará una tendencia en el mismo sentido. En el futuro, las causas no necesariamente serían intencionales, sino que estarían influenciadas o inducidas por causas previas. En este sentido, el karma constituye una fuerza inconsciente y condicionante, que hace que los individuos tiendan a un determinado estado de vida.

El karma en la cultura popular

La introducción de “nuevos” conceptos culturales se sucede, la mayoría de las veces, de un modo no homogéneo y poco claro. A pesar de esto, la toma de conciencia occidental, acerca de la ley karmática, supone un cambio a una mayor claridad. Obteniendo como resultado una convivencia armoniosa y una resignificación de la vida cotidiana. Este modificacion cultural es factible, incluso, desde una óptica espiritualmente escéptica.

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